BUENO ES EL OBJETIVO
de Joanna de Ângelis y Divaldo Franco
Surge la Nueva Era.
El sol de la esperanza despeja las tinieblas de la ignorancia.
Pequeños grupos de verdaderos servidores del Evangelio, en el silencio de la renuncia, van levantando los pilotes sobre los que se construirá la Nueva Era.
Sin aspavientos, en una gran lucha, estos corazones invitados constituyen la seguridad para el mundo mejor del mañana.
A pesar del vendaval, de las amenazas de desequilibrio y del aparente predominio de las fuerzas de la violencia, la bondad, como fluido de liberación, penetra en todo el organismo terrestre preparando el nuevo mundo.
No engrosan las filas de los desanimados, ni aplauden la locura de los malvados ni apoyan la locura de los vencedores de la ilusión.
Los que aprendieron a confiar en Jesús echaron raíces en la verdad. Sin embargo, son una minoría, no un grupo que deba abandonarse.
Todos los grandes ideales de la humanidad surgen en pequeños núcleos, que se expanden en generaciones tras generaciones.
El cristianismo restaurado, a su vez, es la doctrina del mañana, en el enfoque espírita, porque, mientras el mensaje de Jesús debía destruir los cimientos del paganismo para erigir el santuario del amor, el Espiritismo sólo debe erigir, sobre el cristianismo, la luz templo de la caridad.
Llamados a este ministerio, no dudan, gozándose de tener sus nombres inscritos, como dice el Evangelio, en el libro del reino de los cielos y de ser conocidos por el Señor.
Nuestra Casa tiene acción. Hoy es un reducto festivo, un santuario que cobija a Espíritus mensajeros de luz, un taller donde trabaja la gente, una escuela de educación y un hospital de recuperación de vida.
Con otros Trabajadores aquí hemos estado, manteniendo encendida la llama de la verdad -como sucedía con los viejos faros con la llama ardiente-, señalando las entradas de los puertos y luego dando noticias de los escollos y peligros del mar.
Hijos del alma, nunca desistan de hacer el bien, ante el aparente triunfo del mal en el mal manejo en torno a vuestras vidas.
Después de la tormenta, la luz vuelve a brillar.
La sombra es sólo la ausencia de luz. No es real.
Sólo Dios es Vida; sólo el Bien es la meta.